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De Mano a Mano reconstruye vida de 15 familias en Puebla

Doña Lorenza levanta algunas piedras de los escombros de su casa, mientras observa el único cuarto que aún está pie, éste tiene cuarteaduras que lo harán colapsar en cualquier momento, así que la excavadora entra al terrero para demolerlo. Pero la mujer que vivió por 65 años en ese lugar sabe que le espera un nuevo comienzo: la reconstrucción de su hogar.


La de doña Lorenza es una de las 15 casas de la comunidad San Lucas Colucan, en el Municipio de Izúcar de Matamoros, Puebla, que sufrieron daños severos tras el terremoto del pasado 19 de septiembre. La anciana cuenta que pensó que la ayuda no llegaría, pero la asociación De Mano a Mano se acercó a los damnificados de ese poblado.



“Nos reunimos un grupo de amigos, Paulina Feria, Guillermo Serrano, Bibiana Parra e Irma Moreno, para ayudar después del sismo, pero en la zona cero de la CDMX ya había muchas personas apoyando, así que queríamos ir fuera de la Ciudad y un doctor que está haciendo su servicio social en Huaquechula nos dijo: vayan a San Lucas Colucan ahí no ha llegado Protección Civil.


“Nosotros adoptamos el pueblo desde el primer día y nos adelantamos a Protección Civil porque apenas el 7 de octubre estaban censando las casitas”, dice Lizeth Castro, directora de la asociación. 


La organización busca construir un pie de casa que consiste en una estructura de seis metros de largo por tres de ancho con dos ventanas y una puerta con techo de lámina galvanizada y por esta vivienda está luchando don Concordio que vive con nueve familiares en una casa improvisada de varas, mientras trabajan con los voluntarios, quienes viajan cada fin de semana hasta San Lucas Colucan para remover escombros y levantar los nuevos hogares.


De acuerdo con Lizeth Castro, quien dirige los trabajos en cada una de las viviendas, en tres semanas que llevan de labores, la mayoría de las 15 casas se encuentran en la fase de excavación para colocar cimientos, lo que significa que en cuatro semanas podrán terminar la obra.


Castro señala que además de la reconstrucción cuentan con un plan de desarrollo regional. “Tenemos dos voluntarias que llevarán ese tema con proyectos pilotos para enseñar a las mujeres a trabajar desde sus casas y apoyar a sus esposos que laboran en el campo”.





Actualmente hay 80 voluntarios y se sumaron el Colegio de Ingenieros  de Puebla que envió al residente de obra, el ingeniero Arturo Mondragón, y la empresa CEMEX que hizo un donativo de 930 sacos de cemento. Otras compañías han aportado grava, arena y varilla para que los damnificados tengan donde vivir.


"Todos podemos poner algo de nuestra parte e ir haciendo más cosas. Ojalá mucha más gente se una y nos ayude, porque no podemos permitir que la gente viva en condiciones infrahumanas", dice Beatriz Garza, quien ayuda a edificar la vivienda de Feliciana que perdió el patrimonio por el que luchó por más de 45 años.


La mujer de 84 años aún no puede creer que luego de demoler lo que quedó de su casa le harán una nueva. Mientras observa a los trabajos se le escurren las lágrimas al recordar cuando regresó de comprar sus medicinas y encontró su vivienda tirada tras el sismo.


En las labores de reconstrucción del caso de Felicina también participa Paola García: “Me encanta el poder venir a ayudar no sólo con mis manos, el saber que puedo hacer la diferencia. Estar aquí, ayudar y trabajar en conjunto”, comenta.


Además, los integrantes de la asociación recolectan víveres, ropa y otros artículos para los habitantes de esta comunidad que ofrecen en un centro de acopio que colocan en las escaleras de la presidencia municipal para que los damnificados lleguen por ellos.

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